El camino que decido seguir recorriendo

Daniela Servín
4 min readAug 28, 2021

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El día de ayer fue el cierre del Tercer Parlamento de Mujeres de la Ciudad de México del cual fui parte, y me quise dar un tiempo para reflexionar sobre lo que esta gran experiencia significó en mi vida personal y profesional.

Este Parlamento llegó a mí en un año de incertidumbre, en el que la pandemia permaneció y nos obligó a continuar adaptando nuestro día a día de manera virtual, pero del que al final aprendí que el feminismo se adapta a cualquier tipo de modalidad.

El Parlamento de Mujeres consiste en una asamblea integrada por 66 mujeres que convoca y elige la Comisión de Igualdad de Género del Congreso de la Ciudad de México. En ella, hacemos un ejercicio ciudadano similar al que se hace en los Congresos: nos dividimos en Grupos Parlamentarios, nos integramos a diferentes Comisiones y trabajamos iniciativas en favor de las mujeres de nuestra ciudad. Las iniciativas que aprueba el Pleno del Parlamento, se ponen en manos de la Comisión de Igualdad de Género que nos convocó para que las presente al Congreso de la Ciudad de México.

Decidí participar en la convocatoria como una forma de seguir descubriendo quién soy y hacía dónde voy. Nos han dicho que lo deberíamos saber en todo momento, pero no es así. Las personas nos encontramos en constante cambio.

Llevo un par de años pensando que mi camino está en la política porque desde siempre me ha gustado. En la secundaria, cuando nos dejaron simular una contienda electoral entre todos los grupos, yo fui esa alumna intensa que se desvivió por hacer que su salón ganara la elección (spoiler alert: claro que ganamos).
Me emociona formar parte de proyectos que dignifican la vida de las personas, y he disfrutado bastante todos ellos.

El feminismo es parte fundamental de esto pues es una de las grandes razones que me hacen no ser indiferente a la política. Me gusta encontrarme con mis compañeras en las aulas y en clubes de lectura. Continúo mi lucha con ellas desde las calles al grito de justicia y busco seguir consolidando nuestras redes de apoyo, pero tengo muy presente que nuestros derechos los debaten quienes tienen los curules.
Las mujeres hemos tomado todos los espacios que nos han quitado y los Congresos no serán la excepción, soy fiel creyente de que el feminismo llegará a todos ellos y sueño con formar parte de esa historia.

Pero eventualmente llegó a mí esa pregunta que me incomodó y me puso a pensar en su posible respuesta por varias noches antes de dormir: “¿Es realmente la política tu verdadero camino?” y luego llegó otra todavía más difícil de responder: “¿Realmente podrías hacer política?”

Y entonces sucedió, recibí con alegría y responsabilidad la noticia de que fui aceptada y me prometí a mí misma que iba a romper las barreras que mi ansiedad ha construido para dar lo mejor de mí y así, ayudar a que la revolución que las mujeres hacemos diario creciera. Decidí ignorar ese frío que recorre tu espalda y te inmoviliza para encender mi micrófono y hablar por y para todas. Asimismo, decidí dejar de intentar responder mis preguntas deteniendo mi camino, sino más bien, me di la oportunidad de responderlas mientras continuaba recorriéndolo.

Y así fue como entré al Parlamento de Mujeres y conocí a fondo el trabajo que hacen nuestras diputadas y diputados, entendí el proceso legislativo, aprendí a elaborar iniciativas y le agarré cariño a leer varias leyes. Presidí la Comisión de Desarrollo Económico y junto a mis compañeras, presenté una iniciativa que busca entregar de forma gratuita productos de gestión menstrual en los centros de salud de la Ciudad de México. Aprendí de las experiencias de muchas de mis compañeras y recordé en cada sesión las palabras de Marcela Lagarde: “el feminismo es colectivo”, pues es esa colectividad la que día a día nos une a tirar el patriarcado.

Y, mientras todo eso ocurría, tuve una breve participación en una campaña política al lado de personas que admiro.

En fin, concluí mi periodo como Parlamentaria del Tercer Parlamento de Mujeres con mucha emoción por todo lo que se logró en estos meses de trabajo. Espero que todas las iniciativas aprobadas por nuestro Pleno sean aprobadas en el Congreso de la Ciudad de México porque todas ellas significan la construcción de un futuro más equitativo y justo.

En este punto ustedes pensarán que ya tengo las respuestas a mis preguntas, pero no es así, al menos no del todo. Hoy solo sé que quiero continuar sin miedo a los posibles cambios de dirección en mi camino.
Quiero seguir aprendiendo para poder hacer que la gente se sienta cada vez más cómoda participando en la política, porque es nuestra y hay muchas formas de ser parte de ella.
Quiero seguir luchando por los derechos de todas, hasta que los Congresos aprueben las iniciativas que nos los garanticen.
Quiero seguir escuchando historias que me permitan formar parte de la creación de muchos espacios seguros para las mujeres.
Quiero ver de cerca la transformación de la Ciudad, porque vaya que la está teniendo.

Con esto no intento olvidar o ignorar mi ansiedad por el futuro, sino que la reconozco y le permito acompañarme, ya no detenerme.

Decidí que, hasta donde me sea posible, continuaré recorriendo este camino que llevo soñando desde hace muchos años para seguir defendiendo lo personal desde lo político.

Finalmente, le dedico mi participación a las mujeres de mi vida: Patricia, mi mamá y Delia y Josefina, mis abuelas. Llevo conmigo sus historias, que he transformado en motivación, y reconozco y admiro todo el trabajo que han hecho. Y a mi abuelo Daniel, con quien solía sentarme a soñar mientras veíamos el Canal del Congreso.

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